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Hamaca colombiana

/ Hamaca Colombiana

Colombia

Avant de parler du hamac de Colombie, intéressons nous à ce pays qui s’ouvre sur la mer des Caraïbes et sur l’Océan Pacifique et qui partage ses frontières avec le Panama, le Venezuela, le Brésil, l’Equateur et le Pérou. La faune et la flore de la Colombie sont aussi diversifiées que son climat et son relief. Sa flore est d’ailleurs reconnue pour être particulièrement riche, avec plus de 130.000 variétés de plante.

Il est difficile de retracer avec précision l’histoire précolombienne de la Colombie. En revanche, il est vraisemblable que les premiers habitants de la Colombie se soient installés sur le littoral bordant la Mer des Caraïbes aux alentours de 20.000 avant JC avant d’occuper rapidement l’intérieur du pays. D’abord nomades et chasseurs, les peuples ancestraux de la Colombie se sont sédentarisés en devenant des agriculteurs aux environs de 5.000 avant JC., notamment dans le massif montagneux de San Jacinto.

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San Jacinto o la "tierra de la Hamaca Grande

La población de San Jacinto (28.000 habitantes) desciende de indígenas y esclavos africanos, y es principalmente campesina y artesana.

Se sabe que la historia de la hamaca hunde sus raíces en la época precolombina, cuando era el orgullo de los indígenas. Antiguamente, este territorio estaba habitado por los aborígenes del reino Finzenú, uno de los "tres reinos precolombinos del pueblo zenú", famoso por su producción textil.

Tissés de la même manière que les indigènes le faisaient, les Hamacs de San Jacinto, sont reconnus dans toute l’Amérique du sud pour leurs spécifications traditionnelles, leurs tailles, leurs combinaisons de couleurs, leurs techniques de broderies et de marquages ainsi que la qualité de leurs tissus.

Durante más de 5 siglos, han sido las mujeres, supervivientes de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades, quienes han fabricado hamacas para sostener sus hogares. Son ellos quienes se han encargado de preservar el oficio. Desde niñas, lo han aprendido y recibido como un legado familiar. Entre madres, hijas, nietas, abuelas, hermanas e incluso vecinas, se reúnen en los talleres en torno a los telares verticales construidos para llevar a cabo los diferentes procesos en torno al telar "como enrollar, trenzar o desmontar el telar".

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Fabrican hamacas con hilos de algodón de vivos colores o suavizados con tintes naturales extraídos de plantas autóctonas. Tejen la hamaca, hilo a hilo, en sencillos telares verticales de cuatro palos, mientras sus compañeros e hijos tejen las cabezas en el trol (cuerdas de algodón) para colgarla. Por último, la hamaca se teje en una sola pieza, sin acabados ni costuras, lo que le confiere un valor especial.

Hoy en día, los hombres y los jóvenes participan cada vez más en esta tradición artesanal. Los abuelos transmiten los conocimientos del oficio a la comunidad y los más jóvenes participan en la construcción de los telares y la comercialización de los productos que las tejedoras elaboran con dedicación.

Carlos es un hombre artesano. Hoy, Carlos pertenece orgulloso a ese grupo de artesanos que con sus manos hacen hamacas con mucho amor, dejando atrás los mitos de que sólo las mujeres servían para tejer y que los hombres debían dedicarse sólo a cortar madera para armar y construir los telares.

Fases de fabricación: hilar, tejer, crear

Selección de la materia prima

El hilo de algodón o "panaché" (algodón/acrílico) es la materia prima con la que los tejedores dan vida a la hamaca. En el pasado, la única forma de obtener este hilo era hilar a mano el algodón producido en la zona. En la actualidad, se utilizan en mayor medida hilos procesados industrialmente.

En los casos más raros, se lava en una sartén con agua y jabón para que el color del material se fije

Para obtener el color deseado, la madeja se tiñe en un recipiente con agua caliente y pigmentos como vinagre, lejía y sal, así como anilinas de diferentes tonos. A continuación, estos hilos se lavan y se secan en una terraza al aire libre.

Una de las técnicas autóctonas utilizadas en determinadas ocasiones, y que produce algunas de las piezas más llamativas, es aquella en la que el proceso de teñido se realiza por partes a través de un sistema de nudos que da lugar a combinaciones con tonalidades únicas.

Selección de hilos de algodón

Cuando el algodón está seco, la artesana separa y desenreda cuidadosamente las fibras del hilo, tejiéndolas en una devanadera, una herramienta de madera con cuatro brazos que sirve para clasificar los hilos con los que se confeccionará la hamaca. Una vez seleccionadas las madejas, se empieza a preparar el telar.

Instalación del telar

El telar vertical es la herramienta donde se teje la hamaca. Es una estructura que históricamente pertenece a la cultura Arawak o Arahuaca. En San Jacinto, el telar lo hacen los hombres. Consiste en un armazón construido con cuatro postes de madera. Se utiliza para que los hilos sean bonitos y cómodos.

Deformación

Una vez ajustado el telar, el artesano "lanza" los hilos en el "roving" en cada extremo para crear la urdimbre que da lugar al inicio del tejido. Este proceso se conoce como "alabeo" y en él es importante que los hilos se estiren en toda su anchura.

Entretejido

Cuando todos los hilos se echan en el telar, el artesano ensambla el "canuto" con dos varillas de palma de corozo a lo ancho del telar. Esto separa los hilos de urdimbre y trama del tejido, así como el palillo de tejer para realizar el entrelazado de los hilos.

Tejido de hilos

Y así, tirando del peine con una mano y golpeando la urdimbre caliente con la "paleta", un utensilio de madera con el que se fijan los hilos, el artesano comienza a tejer con fuerza y pericia, entretejiendo los finos hilos horizontalmente en las fibras que ya están en el telar.

Hacer los "brazos" de la hamaca

Las "cabezas" o "gico" de la hamaca se hacen con los hilos no tejidos en ambos extremos de la pieza. Para ello, primero se hacen pequeñas trenzas a mano que ayudan a que el tejido no se deshaga. A continuación, se ajustan los hilos de las cabezas para que queden compactos y resistentes al colgar la hamaca.

Así se materializa la artesanía colombiana, un saber transmitido de generación en generación que los sanjacinteranos llevan en el corazón y en las manos y por el que se han dado a conocer en el país y en el mundo.

Muchas gracias a los artesanos con los que trabajamos, con una mención especial a Mayi por su disponibilidad y amabilidad.